Parashiot Matot y Masei (Extraído del libro Toratí)

No hay nada más importante que cuidar lo que decimos, pues podemos terminar haciendo promesas que a lo mejor no podemos cumplir. Si alguien tiene una promesa, por ejemplo “daré 100 pesos de tzedaká” y quiere anularla porque resulta muy difícil de cumplir, nos enseña la Torá que debe presentar ante tres Iehudim y pedir la anulación de su promesa. Lo mejor de todo es evitar pronunciar cualquier tipo de promesas. 

Moshe ordenó al pueblo iniciar una guerra contra Midián , un pueblo muy malo.

Cuando el ejercito de Israel estaba frente al enemigo. En medio del campo, Bilam intentaba desalentar a los judíos.

Los iehudim atacaron, derrotando completamente a Midián y matando a sus reyes y a Bilam.

Los iehudim volvieron de la guerra con un gran botín de oro plata y muchos objetos de cocina como vajillas, platos y copas que habían sido usados ​​con comida no kasher. 

Para poder usarlos Elazar les enseñó como hacer kasher los utensilios que habían traido como botín.

Elazar enseñó otro din: todos los utensilios hechos o vendidos por un no judío deben ser sumergidos en una Mikve antes de usarlos por primera vez. 

Por lo tanto, aún hoy en día, cada vez que compramos vasos, jarras, platos o cubiertos de metal o vidrio, debemos llevarlos a la Mikve antes de usarlos. 

Las tribus de Rubén y Gad tenían rebaños muy grandes. Entonces sus principes se acercaron a Moshé y le indicaron: 

-La tierra que se encuentra antes de entrar en Eretz Israel tiene abundantes pastos y nosotros tenemos muchas vacas y ovejas, queremos quedarnos a vivir en ellas.

Bueno- dijo Moshé – pero primero sus soldados deben acompañar al resto del ejercito para la conquista de Eretz Israel. Luego volverán a estar tierras que no son parte de Eretz Israel y pueden habitarlas. A esta idea también se le unió después de la mitad del shebet de Menashé.

¿Qué podemos aprender con respecto a las tribus de Rubén y Gad se comprometió a acompañar al resto del ejercito judío a la conquista de la tierra de Israel?

La enseñanza es que no Iehudí puede disfrutar tranquilamente de su tierra cuando al mismo tiempo sus hermanos están en guerra. Es por eso que a pesar de que ellos no necesitanban salir a la guerra, pues no recibirían tierra alguna por la conquista igualmente se unieron a sus hermanos para ayudarlos en momentos difíciles, demostrando una vez más el ahavat Israel que debe tener cada iehudí.

Nuestros jajamim (sabios) nos cuentan que las familias de Rubén y Gad eran millonarias, y amaban sus riquezas de una manera extrema y pasaban sus días sólo dedicados al trabajo. Nosotros debemos ordenar el día de tal manera de poder tener tiempo para estudiar Torá .       

Hashem le ordenó a Moshé escribir cada lugar donde los Bnei Israel acamparon durante los 40 años en su caminar por el desierto, desde la salida de Egipto hasta llegar a Erez Israel la primera parada en Ramsés y la última en la planicie de Moab, sumado total de 42 estaciones.

Hashem le dijo a Moshe:

-Pronto el pueblo entrará a Eretz Israel, por eso debes expulsar de la tierra de Israel a los siete pueblos que habitan ahí. Ya que no debe quedar ningún pueblo que haga aboda zará (idolatría). 

Hashem ordenó a Moshe decirles a los Bnei Isarel, los límites de la tierra de Canaán la cual se llamaría Eretz Israel después de su conquista. Para esto se prepararon dos cajas en una se colocaban 12 cubos con los nombres de cada uno de los tribus y en la otra se les escribía los lugares de Eretz Israel. Sacando un cubo de cada caja, sé que parte de la tierra le corresponde a cada tribu.

A la tribu de Levi no se le dió tierras en Eretz Israel, pues debían ocuparse del servicio a Hashem en el Beit Hamikdash. Eran los que enseñaban Torá al pueblo y no tenían tiempo para trabajar la tierra, pero Moshé recibió la orden de separación para ellos, 48 ​​ciudades por todo Eretz Israel para poder estar cerca de todos los iehudim y hacerles más fácil el estudio de la Torá

Los iehudim al entrar a Eretz Israel, por orden de Hashem separaron ciudades como, Arei Miklat, que servían de refugio para quien haya estado otra persona sin quererlo. De manera accidental.