Un día, Hashem le habla al Profeta Ioná, y le dice que vaya a la ciudad de Ninve y hable con sus habitantes. Que les diga que vuelvan en Teshuvá de sus malas acciones.
Ioná Hanabí no quería ir a Ninvé, no conocía a nadie allí, entonces decidió escaparse de Hashem. Se subió a un barco y se escondió allí.

Cuando el barco estaba navegando, Hashem mandó un viento muy muy fuerte. Este viento provocó olas, altas, altas. El barco, subía y bajaba encima de las olas, se movía tanto, tanto, que casi se rompía.
Los marineros, en el barco, estaban muy asustados… desesperados. Hicieron todo lo que pudieron para salvar al barco. Pero Ioná sabía la verdad: la tormenta era por él.

Entonces les pidió a los marineros que lo tiren al mar así ellos se salvaban. Primero no quisieron hacerlo, eran buena gente. Al final Ioná los convenció y lo tiraron al mar… en ese momento, el viento paró y el mar se calmó. El barco siguió navegando con tranquilidad.
Iona estaba en el mar, pensando que se ahogaría, pero Hashem mandó un pez muy grande, que se tragó a Ioná. Dentro de la panza del pez, hacía mucho calor, estaba todo oscuro …

Ioná, incómodo, tuvo tiempo de pensar… y pensó mucho. Se arrepintió de haber querido escapar, de no escuchar y hacer lo que Hashem le pedía, hizo teshuvá y tefilá. Le prometió a Hashem ir a Ninvé, a cumplir con su pedido, decirle a los habitantes que vuelvan en Teshuvá.

Y así fue que Hashem lo perdonó y le ordenó al pez dejar a Ioná en la costa.
Ioná salió sano y salvo, sin una lastimadura. Luego, fue a Ninve y por sus palabras, la gente de Ninve hizo Teshuvá. Hashem los perdonó también a ellos.

Published: Sep 24, 2020
Latest Revision: Sep 24, 2020
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